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Europa se encuentra en un momento de transición hacia un sistema energético más sostenible y resiliente. El 2021 fue un año de inflexión para el mercado energético, ya que experimentó grandes tensiones derivadas de la guerra en ucrania: unos precios energéticos récord, escasez de suministro…
Ante estos retos, la Unión Europea ha establecido una serie de medidas para lograr un mercado de la energía integrado, que contemple la independencia energética y la seguridad del suministro.
El comienzo de la transición ecológica
Esta crisis sin precedentes ha acelerado el despliegue de energías renovables más limpias y sostenibles. Al mismo tiempo, también se ha impulsado la gestión inteligente de la energía con el objetivo de conseguir una mayor eficiencia de uso.
Para lograr esta gestión eficiente de la energía, en primer lugar, hay que digitalizar los datos de consumo. Para abordar todos los retos, se necesita toda la información que tengamos disponibles para gestionar los activos de forma eficiente, y al mismo tiempo, ser capaces de monitorizar las condiciones de las operaciones. Gracias a esta digitalización, lo invisible se convierte en visible, lo cual ayuda a tomar mejores decisiones enfocadas a la reducción del consumo, a aumentar la eficiencia energética e incluso a detectar posibles riesgos.
La importancia de la monitorización de consumos radica en su capacidad para proporcionar información valiosa y detallada sobre cómo se distribuye la energía en el hogar. Esto permite a los propietarios identificar fácilmente los electrodomésticos o áreas específicas que consumen una mayor cantidad de energía.
Sin embargo, no basta con recopilar datos, éstos deben convertirse en acciones tangibles. Para conseguirlo es necesario actualizar nuestras estructuras y empezar a familiarizarnos con conceptos como autoconsumo, descarbonización o domótica, entre otros.
Comprender mejor cómo y cuándo se consume la energía en un hogar es el comienzo de la transición ecológica. Tomar decisiones más informadas sobre cómo optimizar su consumo y reducir los gastos energéticos, transforma una vivienda convencional en un hogar inteligente, eficiente y sostenible. Nos dirigimos hacia un objetivo claro: una vida Smart.
Domótica como sistema de control y monitorización
Integrar tecnologías conectadas a la vivienda permite incrementar el confort, pero también ayuda a acelerar la transición ecológica. Cabe destacar que las viviendas consumen un 25% del total de la energía eléctrica de nuestro país. Y, de este, cerca del 71% tiene como origen la calefacción, la refrigeración y el agua caliente sanitaria. Es definitiva, las instalaciones térmicas de la vivienda.
Es aquí donde la domótica, como sistema de control y monitorización, permite conseguir eficiencias energéticas superiores a la media, además del control y la regulación de las producciones térmicas centralizadas de los edificios.
Afortunadamente, la tecnología necesaria para dotar de inteligencia los edificios residenciales y las viviendas ya está en el mercado. Un buen ejemplo es Wiser, la plataforma IoT de Schneider Electric que, al ser sencilla, escalable e inalámbrica, permite, incluso, dotar de estas capacidades a hogares construidos antes de 2007. Con Wiser podemos controlar y monitorizar las instalaciones térmicas, las persianas, la iluminación y los controles inteligentes e impulsar la transición energética en el sector residencial.
Acciones de este tipo pueden suponer un ahorro de energía de más del 30%. Se trata de una solución multiprotocolo y, además de leer los buses de campo más habituales, nos permite conectarnos a un servicio meteorológico y gestionar la calefacción en función de la previsión del tiempo.
La mejora de la eficiencia energética en las instalaciones térmicas a través de sistemas de monitorización, regulación y control de este tipo de instalaciones, unidas a la implementación de las energías renovables térmicas, nos habla de tomar el control del consumo con el objetivo de reducir costes al mismo tiempo que nos encaminamos a un futuro más sostenible.
