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Calidad del aire interior en viviendas

calidad del aire interior en viviendas
15/09/2020

Hasta hace relativamente poco tiempo, la cuestión acerca de la calidad del aire en el interior no ha sido relevante a la hora del diseño en viviendas. Se consideraba que la vivienda se ventilaría naturalmente por parte de los usuarios abriendo las ventanas a tal efecto.

Tenemos que remontarnos a 2006, con la aprobación del Código Técnico de la Edificación, el tan esperado CTE, para tener una normativa nacional actualizada y armonizada, recogiendo y actualizando las antiguas Normas Básicas de la Edificación o NBE (Dirección General de Arquitectura, Vivienda y Suelo, 2015). El CTE hace referencia a la salubridad del aire en interiores en su capítulo HS 3 y posteriores modificaciones de éste han ido acotando la tecnología y valores de cálculo a usar para conseguir esta calidad de aire interior.

La calidad del aire interior, una necesidad

Recordemos que las leyes son requisitos de mínimos y podemos buscar una mayor calidad de aire interior si así lo deseamos. De hecho, y debido a la reciente situación de confinamiento a la que nos hemos visto obligados, la gente se ha dado cuenta de las deficiencias de sus viviendas a la hora de permanecer largas temporadas en el interior y demandan una mejora (Asociación The Conversation España, 2020). Los propios usuarios son los que están haciendo cambiar este paradigma y la calidad del aire interior está pasando de ser un plus a prácticamente una necesidad.

Finalmente, podemos establecer que la ventilación es la base de una buena calidad de aire interior como se puede ir viendo en diferentes documentos y noticias recientes publicados a raíz de la reciente pandemia ocasionada por la COVID-19.

Haciendo una breve recopilación de citas, diferentes autores y medios de comunicación comentan cosas como “Si está mal ventilado, aléjate” (Shukman, 2020), “Ventilar es como lavarse las manos, sirve para eliminar sustancias nocivas de la casa” (Nius diario, 2020) y “Cuanta más ventilación, mejor salud tendrá nuestro hogar y también nosotros” (La Vanguardia, 2020).

Es tal la demanda actual por tener una mejor calidad de aire interior, que incluso el Consejo General de Colegios Oficiales de Graduados e Ingenieros Técnicos Industriales ha tenido que recomendar “acudir sólo a profesionales expertos en calidad del aire interior” (COGITI, 2020).

¿A qué nos referimos con «calidad de aire interior»?

Definamos qué es un aire de “calidad” para poder referirnos a él cuando apuntemos a la mejora del mismo. Un aire de calidad es aquel que se encuentra en la naturaleza y está compuesto por tres cuartas partes de Nitrógeno y una quinta parte de Oxígeno. También están presentes el Argón y el Dióxido de Carbono, pero en cantidades muy inferiores, un 1% y 0,03% respectivamente. Este aire de calidad también contendrá diferentes partículas sólidas en suspensión, en niveles muy bajos, con un valor límite diferente para cada tipo que no se debe sobrepasar (Rey & Ceña, 2006).

Este aire de calidad, en las viviendas, se va a ver afectado por diferentes contaminantes producidos en el interior de éstas (OSMAN, Junta de Andalucía, 2016). Los generados por la propia actividad de los ocupantes, que se traducirán en un aumento del CO2, aumento de la humedad, humo de tabaco, microorganismos… y también las partículas orgánicas volátiles generadas por los elementos constructivos como las pinturas, barnices, muebles, moqueta, yesos y papeles decorativos. Además, en casa almacenamos diferentes productos químicos que empleamos regularmente; los aerosoles incluidos en los artículos de higiene, desodorantes, lacas, perfumes y los productos de limpieza para la vivienda, que también emiten partículas y gases contaminantes.

 Si abrimos las ventanas para permitir la ventilación que recomendamos, nos vamos a enfrentar con otro tipo de contaminantes, los presentes en el ambiente exterior (OSMAN, Junta de Andalucía, 2016). Aquí influirá la ubicación de la vivienda, ya que hay mayor presencia de un tipo de contaminantes u otros según donde esté situada.

En zonas urbanas tendremos mas partículas generadas por el tráfico y la industria, mientras que en áreas rurales habrá más incidencia de partículas generadas por tratamientos agrícolas pulverizados y la generada por la flora en época de germinación, el polen, tan temido por los que son alérgicos a él.

En ambos casos, no hay que olvidar la posibilidad de filtración al interior del gas Radón (Organización mundial de la salud OMS, 2016), por el cual, y para poder evitarlo, se ha creado recientemente un documento específico en el CTE, el DB HS 6.

Efectos de una mala calidad de aire

Como vemos, nos enfrentamos a multitud de contaminantes del aire, pero ¿Cómo nos afectan en nuestro día a día?

La exposición a niveles elevados de las diferentes sustancias contaminantes comentadas anteriormente tiene diferentes efectos nocivos en la salud. Entre estos efectos podemos citar (Brown & Bruyere, 2010):

  • Irritaciones de los ojos, nariz y garganta.
  • Sequedad de las membranas mucosas y la piel.
  • Eritema (enrojecimiento o rojez de la piel; sarpullidos).
  • Fatiga mental, dolor de cabeza y somnolencia.
  • Infecciones de las vías respiratorias, tos.
  • Carraspera, respiración sibilante.
  • Náuseas, mareos.
  • Reacciones de hipersensibilidad no específicas.

Incluso hay diversos estudios que vinculan el cáncer de pulmón a altas concentraciones de humo de tabaco, CO2 (OSMAN, Junta de Andalucía, 2016) y Radón (AECC, 2018). A nivel mundial, el número de enfermedades y defunciones derivadas de una contaminación excesiva del ambiente interior es todavía más alarmante (Organización mundial de la salud OMS, 2018), debido a las precarias condiciones que todavía se tienen en ciertas partes del globo.

Ventilar, exijamos ya doble flujo y recuperación de energía

Como ya hemos expuesto, vamos a partir de la ventilación como la base de una mejora de calidad de aire. Veamos un somero repaso a los diferentes tipos genéricos de ventilación y elijamos uno de ellos para estudiar las posibles mejoras disponibles.

Descartamos la ventilación libre. Dependemos de las condiciones climáticas para funcionar, despilfarramos la energía del interior de la vivienda, no tenemos capacidad filtrante de los contaminantes interiores ni exteriores y, además, no está permitida por el CTE.

Así mismo descartamos también la ventilación mecánica de flujo sencillo. Ya no dependemos de las condiciones climáticas para funcionar, estos sistemas utilizan un elemento mecánico, un ventilador, para garantizar el caudal de aire de ventilación; pero a pesar de esta mejora, no podemos abogar por un tipo de ventilación en la que siguen estando presentes el resto de deficiencias: no vamos a poder recuperar la energía del interior de la vivienda y no vamos a poder filtrar los contaminantes exteriores.

Por tanto, de las diferentes opciones que podemos diseñar e instalar en viviendas actualmente nos centraremos en la ventilación mecánica de doble flujo, esto es, utilizamos dos ventiladores simultáneamente, uno para introducir aire fresco en el interior de la vivienda y otro para expulsar el aire viciado al exterior. Estos dos aires no se mezclan para no reintroducir olores ni contaminantes de nuevo al interior, pero si que se hacen circular por un intercambiador, donde recuperaremos gran cantidad de la energía que ya teníamos en el interior de la vivienda. Actualmente, este tipo de sistemas son idóneos para cumplir con facilidad varios requisitos del CTE, no solo de los requisitos de salubridad, si no que, además ayudan en gran medida con los requisitos de ahorro energético.

sistema de ventilación doble flujo

Posibilidades de mejora en calidad de aire interior

Así pues, centrándonos en las instalaciones de ventilación de doble flujo con recuperación, veamos en qué elementos podemos trabajar para mejorar la calidad del aire.

Filtros

Una instalación de doble flujo llevará filtros en tres puntos: en la entrada del aire fresco, para evitar la entrada de contaminantes exteriores; en la entrada de aire viciado al ventilador, para proteger al mismo; y en las bocas de admisión, para proteger a los conductos de la entrada de suciedad que pueda acabar fijándose al interior de la red de conductos.

De estos tres tipos, el que va a filtrar la entrada de aire del exterior cobra especial relevancia. En Europa, actualmente la clasificación de filtros se basa en la norma EN ISO 16890 y que sustituyó a la EN 779. Esta clasificación se basa en la capacidad del filtro de impedir el paso a diferente tamaño de partículas (e-facility parts, 2018).

Así pues, debemos elegir el filtro adecuado a nuestras necesidades. Si, por ejemplo, somos alérgicos a algún tipo de polen, debemos como mínimo, instalar un filtro intermedio, tipo ISO ePM1 70%, para evitar que éste penetre al interior de la vivienda.

Como mínimo se recomienda un filtrado ISO coarse 75% y, de ahí, podemos llegar a poner hasta un filtro ISO ePM1 95% de tamiz muy fino, si así lo deseáramos, aunque habría que tener en cuenta y prever que eso incrementaría en gran medida la pérdida de carga soportada por el ventilador de admisión.

grado de filtración
Grado de filtración según tipo (bajo Norma EN 779). Imagen Fränkische

El sistema de conductos

Actualmente no hay ninguna especificación exigible de calidad acerca del interior de los conductos utilizados en las instalaciones de ventilación, pero sí que sería deseable una calidad mínima en dos aspectos, que la cara interior de los conductos no sea rugosa, para evitar ruidos; recordemos que la instalación está continuamente funcionando; y que tenga propiedades antiestáticas, para que la eventual suciedad que haya podido entrar en el conducto se limpie mediante autolimpiado por el propio funcionamiento o favorecer la limpieza en el caso de que haya que realizarla.

Por el conducto, además, está constantemente saliendo la humedad generada en el interior de la vivienda, por lo que sería deseable que la capa interior de los conductos contase con un tratamiento antibacteriano que evitase la proliferación de moho y hongos en las paredes del mismo. El uso de materiales con este tipo de propiedades no solo se emplea en la fabricación de conductos, si no que ya podemos encontrarlo en telas y superficies de contacto (Architectural Digest, 2020).

Si tenemos en cuenta que una persona consume entre 7.200 y 8.600 litros de aire al día (Uno Santa Fé, 2019) y todo ese aire va a pasar por esta red de conductos si permanecemos en el interior del edificio, parece claro que este es un aspecto también a cuidar, aunque sea mínimamente.

Control

Un equipo de ventilación se diseña para que esté veinticuatro horas funcionando a régimen nominal. De esta manera, aseguramos el caudal necesario para una correcta calidad del aire.

El avance en los equipos e instalaciones permite la posibilidad de una regulación automática de este caudal en función de las necesidades reales. Para ello es necesaria la instalación de sensores, donde podemos monitorizar diferentes valores de la calidad del aire (Humedad relativa, CO2, componentes orgánicos volátiles…).

Esto, unido al internet de las cosas, que también incorporan los últimos modelos de equipos en el mercado, hace que se permita también su uso mediante app en dispositivos móviles y la creación de un registro; permitiendo al usuario poder verificar los valores y configuración en tiempo real o en el futuro. Por ejemplo, se puede activar un caudal superior al nominal en el cas   o de que tengamos más ocupación de la habitual en la vivienda, el equipo lo detectaría mediante las sondas y aumentaría la velocidad de los ventiladores de manera autónoma. Adicionalmente, lo podríamos verificar inmediatamente en la app de control del aparato o analizar los datos más adelante en el registro generado.

app control sistema de ventilación

Como punto final, recordemos que, en este tipo de instalaciones es de vital importancia una correcta puesta en marcha del sistema que garantice que los valores de ventilación in situ se adecúan a los caudales calculados en proyecto.

Así mismo, el plan de mantenimiento, del cual destaca la limpieza de los filtros regularmente, es igualmente muy importante para garantizar que la instalación está funcionando como debe.

De esta manera, garantizamos que estamos disfrutando en todo momento de esta alta calidad del aire interior que he ido propugnando a lo largo de todo este artículo.

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Referencias

AECC, 2018. Radón, un gas cancerígeno.

Architectural Digest, 2020. Cinco tendencias en MATERIALES para DISEÑAR nuestra casa postcovid

Asociación The Conversation España, 2020. Repensar la vivienda tras la pandemia.

Brown, N. J. & Bruyere, S. M., 2010. Las causas de la mala calidad del aire interior y qué puede hacer al respecto.

COGITI, 2020. Nota de prensa: Una mala calidad del aire puede ser decisiva en la propagación del coronavirus.

Dirección General de Arquitectura, Vivienda y Suelo, 2015. Historia del CTE.

e-facility parts, 2018. Normativas para filtros de aire: EN 779 vs ISO 16890 (1ª parte).

La Vanguardia, 2020. Consejos para mantener tu hogar sano en tiempos de la Covid-19.

Nius diario, 2020. Cómo ventilar la casa adecuadamente durante el confinamiento.

Organización mundial de la salud OMS, 2016. El radón y sus efectos en la salud.

Organización mundial de la salud OMS, 2018. Contaminación del aire de interiores y salud.

OSMAN, Junta de Andalucía, 2016. Calidad del aire interior.

Rey, F. J. & Ceña, R., 2006. Edificios saludables para trabajadores sanos: calidad de ambientes interiores. Valladolid: Junta de Castilla y León.

Shukman, D., 2020. Contagio del coronavirus: 5 claves para vigilar el aire que respirarnos en interiores y evitar el covid-19.

Uno Santa Fé, 2019. ¿Cuánto aire respiramos normalmente al día?.

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