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Desbloqueando los beneficios de la rehabilitación de edificios

11/04/2022

Desde que la Unión Europea encabezó el camino a lograr cero emisiones netas, otras economías importantes también se han comprometido; en su mayor parte para 2050. Pero, aunque se trata del patrón a seguir para los compromisos climáticos, aún no está teniendo un impacto perceptible en las emisiones. Todo lo contrario. Las concentraciones de gases de efecto invernadero alcanzaron un máximo histórico en 2020 y aumentaron más rápido que su tasa media de crecimiento anual durante la última década.

Lo que esto me sugiere es que la voluntad política y pública supera la capacidad de implementar objetivos climáticos. Esto es especialmente cierto en el sector de la edificación. Los edificios son tanto el activo financiero más valioso del mundo, con un valor superior a 150 billones de euros, como la mayor fuente de emisiones de gases de efecto invernadero. Representan el 36% de las emisiones en la UE. Sin embargo, las tasas de rehabilitación de edificios en la UE, por ejemplo, siguen siendo bajas, en torno a un 1 % anual.

Traducir el dinero en acción: rehabilitar edificios para reducir emisiones

El mensaje es muy claro: para tener éxito en la acción climática, necesitamos edificios energéticamente eficientes. Y los gobiernos hace tiempo que han comprendido la importante contribución de estos a las emisiones globales y han hecho esfuerzos para reducir su impacto en las últimas tres décadas mediante incentivos de rehabilitación liderados por el Estado. Sin embargo, estos esfuerzos han sido en gran medida fragmentados y no han conseguido impulsar la rehabilitación a una escala suficiente.

Parece entonces que el dinero no es el problema. Aunque los costes de la acción climática serán siempre objeto de debate (y esperemos que también lo sean los costes de no actuar), el hecho es que hay mucho dinero disponible para rehabilitar edificios y realizar otras inversiones verdes. La cuestión es cómo conectar las fuentes de financiación con los proyectos sobre el terreno, o lo que es lo mismo, traducir el dinero en acción: garantizar que los programas de rehabilitación funcionen sin problemas, impulsar la rehabilitación a buen ritmo y a escala y, así, entregar edificios adecuados para el futuro.

La rehabilitación en sí misma no es una ciencia complicada: requiere el uso de prácticas de construcción y materiales bien conocidos, como la lana de roca de ROCKWOOL que ofrece múltiples prestaciones en un solo producto: térmicas, acústicas, protección contra incendios, circularidad, durabilidad, entre otros. Lo anterior supone una ventaja y, a su vez, una garantía de resultados.

Casi el 80% de la población rehabilitaría su hogar si contaran con el apoyo necesario

El grupo ROCKWOOL presentó, coincidiendo con la COP26, un informe elaborado por “Cambridge Econometrics” que insta a quienes hacen políticas a desarrollar los programas de rehabilitación a largo plazo que las empresas fabricantes necesitan para planificar la capacidad de producción y formar adecuadamente a más personal de instalación; a colaborar con los bancos para combinar subvenciones públicas y préstamos a bajo interés; y a potenciar que se ofrezcan servicios «de ventanilla única» que faciliten a los hogares el acceso a los programas de ayudas y a empresas instaladoras cualificadas.

Ninguna de estas medidas sería objeto de titulares de prensa, pero pueden suponer el punto de inflexión si se amplía su escala para el imprescindible cambio. Y eso es lo que quiere la gente. Como complemento a ese informe, se hicieron encuestas para conocer la opinión pública en siete países y, así, comprender mejor el nivel de demanda pública en relación con viviendas y edificios energéticamente eficientes.

Las respuestas fueron increíblemente positivas. En general, casi el 80% de las personas encuestadas afirmaron que rehabilitarían sus hogares si contaran con el apoyo necesario. Y el 73% afirmó que apoyarían normas obligatorias de rendimiento energético para edificios, si se dieran las condiciones adecuadas que lo propiciaran.

De esta manera, la rehabilitación es una fórmula ganadora que podemos emplear desde ya, pues la UE -con sus fondos NextGenEU– nos has dado el soporte financiero para movilizar y facilitar la toma de decisión del gran público, ansioso de verse apoyado para liderar la lucha contra el cambio climático.

En resumen, hay un gran interés entre el gran público para hacer que nuestros hogares y edificios sean más eficientes energéticamente, pero necesitamos evitar caer en la trampa de las soluciones supuestamente rápidas. Puede que sea un estereotipo, pero no deja de ser verdad: la energía más barata, limpia y segura es la que no usamos. Si damos prioridad a la rehabilitación, enviamos un mensaje claro de que estamos invirtiendo en el futuro de las personas y de nuestro planeta.

Autor y fotografía de portada :Albert Grau; Local Public Affairs de ROCKWOOL Peninsular

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